L’Hortau era una petita masoveria de la casa del Cavaller, i situada molt a prop de la casa de La Vila de Boscarons, al final d’unes feixes herboses i a la punta d’un petit cingle, mirant a la riera de Sant Bartomeu, el que encara es coneix com a serrat de l’Hortau. Avui encara queden restes dels seus quatre murs, que deixen veure el seu perímetre.
Així era a principis del segle XIX: «La casa és petiteta, però bastant bona; y té un hort molt bo. La habita un Masoveret que mena unas 3 mesuras de vessana, que junt componen de una quartera i mitja, a 2 de sembradura (…) Se calcula pot donar de parts 2 quarteras de blat, e iguals 2 entre fasols y blat de moro. Cria 2 nodrissos».
Segons explica Ignasi Terrades en el seu llibre El Cavaller de Vidrà, en aquesta casa es produí un fet luctuós que es recordà durant molts anys a Vidrà: el crim de l’Hortau: «En aquella noche a cosa de las nueve, había sido robado el manso Ortau, que es una casita pequeña aislada… con muerte de José Costa su inquilino: que su muger Antonia Costa, y Jaime Costa hijo del difunto, únicos que habitaban la casa, habían quedado atados hasta la mañana, por cuyo motivo no habían podido gritar ni dar antes aviso, y por aquel momento no pudieron saberse más circunstancias del suceso. Inme- diatamente se armó somatén y mandó guerrillas de paisanos por varias direcciones al paso que se dio parte a los 67 destacamientos militares inmediatos para que secundaran la batida, como lo hicieron, pero no pudo encontrarse ninguno de los agresores, sin embargo de que se recorrieron todos los bosques y sitios de los alrededores… José Costa muerto y tendido… varias heridas en las manos, otra grave sobre el ojo izquierdo hechas al parecer con instrumento cortante, y otra al costado derecho con instrumento punzante de diámetro cerca de una pulgada, que era grave y mortal según declararon los facultativos. Antonia Costa tenía alguna ligera herida en la cabeza y tres también leves en la cabeza el hijo Jaime Costa, hechas todas con instrumento cortante. Según declaraciones de los mismos fueron tres los agresores que entraron en la casa, y que vieron, los que se prevalecieron de la ocasión que salía su marido fuera para socorrer alguna necesidad corporal, al que dieron muerte luego, vendando y atando a los demás, para que no pudiesen gritar ni ver nada: dijeron no haver conocido ninguno y que el uno iba vestido de terciopelo, y el otro con capa blanca de lana y que no vieron otras armas que su sable: que robaron y se llevaron varios efectos quedando en la casa muy poca cosa. El dicho inquilino José Costa ejercía el oficio de bracero y cultivaba una muy pequeña porción de tierra, su mujer e hijo han quedado en la mendicidad».